lunes, 11 de marzo de 2013

Más sexo pero... ¿más educación sexual?: Entrevista a la psicóloga y pedagoga infantil Montse Doménech

Marta Jiménez Gentil

"Cuando estoy en consulta muchos padres e hijos tienen dudas sobre sexo, sin embargo, a pesar de ser uno de los temas que más interesa saber y entender, hay muy pocos libros que hablen sobre cómo educar de una forma adecuada", ha explicado en una entrevista la psicóloga y pedagoga Montse Doménech, autora del libro "Los niños no vienen de París".

La escritora entrevistada Montse Doménech  

Doménech ha relatado que hay padres que ni siquiera se atreven a enseñar la reproducción con metáforas de polen y flores, mientras que otros recurren a un formato "demasiado visual".
"La educación sexual sigue jugando una labor fundamental para combatir la sobrecarga de información que nos llega, normalmente, sin la sensibilidad necesaria que requiere el tema", ha comentado.

El libro "Los niños no vienen de París", ha señalado la escritora, no habla sobre sexo, sino sobre educación sexual ya que "es importante distinguir entre un concepto y otro: una cosa es tener relaciones y otra entender el sexo con un buen comportamiento, unos hábitos saludables y unas relaciones sociales correctas."

Puede parecer que en la actualidad el sexo se ve de una forma abierta. No obstante, según la experta, "convive el pudor por un lado con la desinhibición sin valores en el extremo contrario".

En su opinión, es importante asociar el sexo con "un acto natural y alejado de tabúes, pero también es fundamental identificarlo como un momento que comparten dos personas en un momento de intimidad".

Doménech ha llegado a conocer a niños que han visto a sus padres tener relaciones con el pretexto de enseñarles "cómo tener hijos" pero "esto tampoco es lo adecuado, ya que el sexo es un acto personal", ha advertido.

En el otro extremo se encuentra un tipo de educación sexual "que se basa en la vergüenza, los condicionantes sociales, una supuesta buena conducta y el pudor, dando una información errónea que sólo aumenta las dudas de los niños".

"Los padres son los primeros que dicen a sus hijos que no digan culo, que no les miren mientras hacen pis" y, con esta actitud, a los menores les surge una curiosidad que "si no encuentra una respuesta inmediata fomenta cada vez un interés mayor".

Ahora tienen acceso a todo tipo de información pero son los padres lo que tienen que explicársela, ha agregado la psicóloga, con "contenidos emocionales y valores de la forma más clara posible".

Doménech ha afirmado que cuando se educa a un niño hay que hacerlo en función de su madurez, con lo que "no se le puede decir que el sexo a veces se tiene sólo por placer, ya que él también querría tenerlo y saltarse muchos escalones y etapas que aún le quedan por vivir".

Cuando los niños son muy pequeños "no tienen un gráfico de abstracción tan desarrollado, con lo que hasta los diez u once años es mejor explicarles el sexo con procedimientos muy físicos como dibujos o imágenes."

Sin embargo, este procedimiento cambia a partir de la adolescencia. "En esta etapa ya saben perfectamente cómo es el sexo y, lo que es realmente importante, incorporar conceptos emocionales", ha matizado.

"Los padres deben estar atentos para saber cuándo sus hijos tienen ganas de saber determinadas cosas, incluso llegándose a adelantar un poco para darles la información emocional antes de que la reciban por otros medios", ha insistido.

En esta línea, ha esgrimido que hay "niños que aterrizan muy tarde y otros de siete años que lo saben todo", con lo que no queda otro remedio que adaptarse a su evolución.

Son pequeños detalles los que nos hacen ver que "nuestros hijos" empiezan a tener curiosidad por el sexo como, por ejemplo, "cuando les vemos sonreír tímidos y violentos al ver escenas en la televisión".

En este momento, ha concluido Doménech, "hay que explicarles que el sexo no es nada malo, que es un acto tan importante y natural como puede ser la respiración, comer, vestirse o cortarse las uñas".


El altruismo no ha muerto: la crisis aumenta la solidaridad

Marta Jiménez Gentil

Tres fundadores de ONGs españolas informan de que el altruismo y la colaboración de la gente, sobre todo por parte de los que menos tienen, ha aumentado desde la llegada de la crisis.

Así han informado el Padre Ángel que desde hace cincuenta años ayuda a los más desfavorecidos, Carlos López Lozano que distribuye comida y ropa a los necesitados y Conrado Giménez que asiste a embarazadas en riesgo de pobreza y exclusión social.

"La solidaridad de la gente de a pie ha aumentado, muchos ya saben lo que es pasar hambre, frío y no tener luz en casa. Ahora se entiende mejor el valor que tiene compartir y disminuir el sufrimiento de los que no tienen recursos ni esperanza" ha explicado el Padre Ángel, fundador de la Fundación Mensajeros de la Paz.

"Cuando de verdad se cree en la gente y en la solidaridad se puede llegar a mover corazones, bancos y hasta voluntades políticas" siempre teniendo en cuenta, según ha explicado, las nuevas necesidades que aparecen en la sociedad actual.

Mensajeros de la Paz ha decidido adaptarse a las demandas de la gente a la que presta ayuda "impartimos cursos de formación a jóvenes, hemos creado un banco solidario donde la gente comparte lo que tiene y vamos a aumentar nuestros comedores sociales infantiles y de familias" ha apuntado el Padre Ángel.

El banco solidario de Mensajeros de la Paz bajo el eslogan de "pide lo que necesites, deja lo que puedas" actúa como intermediario y crea un punto de encuentro para que la gente "aporte su granito de arena, desde alimentos, una silla de ruedas, o muebles cualquier cosa que puedan dar" ha añadido. 

Carlos López Lozano de la Misión Anglicana de Solidaridad, programa social de ayuda a los necesitados, también cree que la solidaridad siempre ha sido importante pero que a día de hoy es, si cabe, "aún más fundamental".

"Desde el 2005 hemos visto como ha aumentado el número de españoles de clase media que necesitan nuestros servicios" ha explicado Carlos López Lozano.

Desde la Misión Anglicana se sigue ofreciendo asistencia legal y actividades con ancianos pero, según ha apuntado Lozano, la otra actividad social que realizan, recogida de ropa y alimentos, "se ha convertido en el programa más fuerte debido a el aumento de gente que necesita estos servicios".

También con el propósito de ayudar a los demás, Conrado Giménez, el presidente de la Fundación Madrina, dejó hace trece años su trabajo exitoso en la banca con la vocación solidaria de apoyar a las madres sin recursos, en riesgo de exclusión social o que sufren violencia y abusos.

En la Fundación, tal y como ha explicado Giménez, ha aumentado tanto "el número de solicitudes de madres que piden ayuda" como la solidaridad que "gran parte de las veces proviene de los que menos tienen".

El último proyecto que está realizando la Fundación  ha sabido adaptarse al problemas que rodean a la sociedad, en este caso el de inserción laboral, con el propósito de que las madres que acuden a este programa encuentren un trabajo y puedan llevar una vida autónoma con sus hijos.

Conrado Giménez ha explicado en que consiste este proyecto, "altos cargos directivos son mentores durante 12 meses de madres a las que dan formación y contactos para encontrar un empleo o encontrar un proyecto emprendedor."

El creador de la Fundación aún tiene la "esperanza de crear una sociedad distinta" en la que, ha señalado, es "indispensable crear un hábitat adecuado" de crecimiento del niño ya que "quien forma y educa una madre salva una nación". 

"Yo trabajaba en la banca pero lo dejé para dedicarme a los demás. Empecé a buscar los alimentos necesarios para las madres y los bebés, compre pisos con mis ahorros y se fueron uniendo personas al proyecto.Detrás de esta fundación no hay una empresa sino una gran confianza en estar haciendo lo adecuado" ha concluido